¿Y si me levanto de la cama con el pie derecho?
Si corro las cortinas para que entre la luz.
Si me miro al espejo y me siento guapa.
Si desayuno con un batido de papaya.
Si riego las plantas de la sala.
¿Y si me tomo un baño largo?
Si dejo que el agua y la espuma me recorran el cuerpo.
-Sí. Así. Todo con mucha calma-.
Y si me pongo un vestido. ¿O una falda?
-Quizás la falda-.
Y me pinto los labios.
Y me dejo el cabello suelto.
Y no veo el reloj.
Si la agenda del día no me importa.
Si hago lo que yo quiero.
Y salgo de paseo.
Y no sé a dónde voy.
-Tan solo voy-.
Y camino.
Y escucho mi playlist favorito
-Sabina. Calamaro. The Beatles-.
Y saludo al vecino.
Y le acaricio la cabeza a su perro.
-El husky que aúlla en las noches-
Sonrío. Sonrío otra vez.
La música de mi playlist continúa al fondo.
-Drexler. Aute y Fito-.
Y le lanzo un beso a un desconocido.
Y me llevan mis instintos.
Y el viento me toca.
¿Si almuerzo una ensalada?
Si el tomate está fresco. Y si tiene maíz.
-Me gusta el maíz-.
¿Y si no veo las noticias? Ni el periódico.
Y leo ese libro que siempre dejo a medias.
¿Si me imagino las escenas en mi cabeza?
Y llego a la última página.
Y el final me sorprende.
-Pocos son los finales que me sorprenden-
¿Y si tengo tiempo?
Si no reviso el correo electrónico.
Si no actualizo Facebook.
Si no enciendo la computadora.
Y me voy a algún parque de la ciudad.
A esperar que el sol se ponga.
Y me quedo ahí.
Y contemplo el celaje.
-Aunque me han dicho que lo causa
la contaminación del aire-
Y pienso en los que están.
Y en los que se fueron.
Y no siento rencor.
Y el tiempo pasa y se hace de noche.
¿Si me retoco el maquillaje?
Y me voy a un bar.
-Sola-.
Y me siento en la barra.
Y cruzo las piernas.
Y pido un mojito.
Y le coqueteo al bartender.
¿Y si brindo por mí misma?
Por mis locuras. Por mis sueños.
Por mis contradicciones.
Por mis lunares.
-También me gustan mis lunares-
Y ya nada duele.
Y no hay recuerdos tristes.
Y las horas son todas mías.
Y me desbordo.
Y soy feliz.
-Ser feliz, cura de males-.