24 oct 2010

Mi primer post

El sábado me pasó algo raro y revelador. Sí, uno de esos momentos en los que desde adentro le llegan a uno descubrimientos sobre sí mismo.

Me sorprendí con muchas ganas de decir cosas y me di cuenta que desde hacía un tiempo estuve dejando que la lengua se me durmiera.

¡Me sentí cansada de mis silencios!

El silencio es sabio y prudente, es cierto. Pero el mío, MI SILENCIO, tenía aires de disimulo. Era, en cierta forma, una rutina apaciguadora.

Ya no más. Porque de pronto me entraron unas ansias locas de compartir, de hablar… de escribir.

Es que no quiero pasarme la vida disimulando pasiones y apaciguando sueños. Lo que quiero es embarrármelos por todo lado, darles permiso de que me hagan cosquillas y de que me pellizquen si hace falta.

-“¿Será?”- me pregunté mientras me quitaba los audífonos del Ipod como para escucharme mejor.

La idea de un blog me había pasado por la cabeza muchas veces antes. Pero este sábado supe que era el momento justo y que tenía que hacerlo.

Llegué a mi casa, encendí la compu y me puse plantuflas. Abrí la puerta de vidrio que da al patio y decidida, le di click al botón de crear blog”.

Y aquí estoy, escogiendo plantillas, agregando gadgets… escribiendo mi primer post.

Estoy en medio de una mezcla de inocencia y curiosidad. Se me sale un risilla nerviosa, vuelvo a leer una y otra vez cada línea que escribo. Me sonrojo.

!Qué pena! ¡Me siento como cuando di mi primer beso!

Ya es domingo y tengo dudas…

¿Cómo se hace para ser bloguero?

¡Ni idea! Iré aprendiendo, me dejaré llevar…

Al final, esto de las incertidumbres es emocionante.