8 ago 2011

El vicio de contar lunares

Esa adicción que tenemos
cuando estamos solos.

Cuando el mundo no nos ve
y nos quedamos sin recatos.

El vicio de contar lunares,
de contarlos con besos.

Uno a uno.

Cuando la ropa está en el suelo
y podemos descubrirnos.

Infinitos. Desnudos.

Viajeros en los caminos
que trazan esos lunares.

Sin querer devolvernos.

Sin mirar atrás.

Delirantes. Locos.

Con las ansias inevitables
de adentrarnos.

Con el apetito voraz
de muchas hambres,
de muchas noches buscándonos.

Y la excitación de habernos encontrado,
tan solo para perdernos en este momento:

cuando las manos tiemblan,
cuando la voz se extingue,
cuando el ardor revienta en el cuerpo.

Y la piel destila deseo.
Y llegamos al último lunar.

Y nos tenemos.

De todos los lunares que hemos contado,
mi favorito es ese, el que te adorna el labio.